Descripción
Con veinticinco años, Galdikas abandonó los plácidos ámbitos universitarios estadounidenses y se trasladó a las remotas junglas de Borneo, en Indonesia. A la vez que vivía en un improvisado campamento con su marido, se convirtió en la madre suplente de una «familia» de orangutanes que hasta entonces habían estado cautivos. Poco a poco, además, fue adaptándose a sanguijuelas y enjambres de insectos carnívoros, así como a la constante humedad que pudrió sus posesiones antes de transcurrido su primer año de estancia. Su primer hijo pasó sus primeros años de vida en Campo Leakey con orangutanes adoptivos como únicos compañeros de juego.
Los orangutanes salvajes a los que estudió Galdikas y los excautivos a los que rehabilitó se convirtieron en un clan familiar de personajes no menos variopinto que sus compañeros humanos.
«Se trata de un libro inolvidable, obra de una mujer asombrosa. La poesía de su prosa, entreverada con meticulosas observaciones científicas, nos transporta al universo primigenio del bosque tropical indonesio en busca del escurridizo orangután. Aprendemos a compartir el amor de Biruté por estos simios pelirrojos tan curiosamente solitarios, y sufrimos con ella al ver cómo la codicia humana destruye poco a poco y sin remisión su hogar ancestral en la selva. Y también descubrimos cómo el sistema de valores del pueblo aborigen al que ha acabado por amar puede impregnar poco a poco la mente occidental. Si lee Reflejos del Edén, se verá transportado a otro mundo. Y no lo olvidará». —Jane Goodall, autora de En la senda del hombre
«Cautivador […]. Gracias a su labor y a la de otros que se adhirieron a ella, hoy entendemos mucho más sobre estos animales. Su descripción, bellamente narrada, muestra el placer y el valor de establecer contactos con otra especie». —The New Yorker