Descripción
Todos nos hemos reído de sus quemaduras al borde del cáncer de piel, sus caminatas a cuarenta grados y sus sandalias con calcetines. Puede que incluso hayamos esbozado una sonrisa de satisfacción al verles pagar un dineral por un plato de arroz con un montón de colorante amarillo. Y, sin embargo, todos queremos ser turistas. En el estadio actual del capitalismo, el viaje nos ofrece la promesa de abandonar nuestra rutina y entregarnos al placer, la diversión y el descanso. Nos aseguran que produce trabajo, que apenas contamina y que es la solución a la pobreza y al despoblamiento rural. Sin embargo, no es difícil intuir que la realidad es otra. Todo viaje alimenta al sistema del que promete evadirnos. Todo turista es un colono.