Descripción
Para contar historias hay que poner atención. Poner atención a lo que no se ve a simple vista. A lo que queda oculto bajo el (des)orden. En la novela social la tendencia a la espectacularización de “las historias de vida” es proporcional a la ocultación del entramado de poder político, económico y social que produjo esas vidas. Sobre todo cuando se trata de (in)visibilizar el racismo. Alejarse de esta tendencia “que vende” requiere un compromiso ético y político. Por eso leemos a Eduardo Romero. Precisamente porque rompe con ese mandato capital, no solo en el contenido, sino en la forma; y permite ver lo que sucede en las calles de Oviedo a través de un estilo literario descarnado, poco adornado, alejado del uso metafórico. A través de una novela en la que la contundencia semántica responde también a la crudeza de las violencias que se pretenden (des)tapar. Porque es también así como se desvela la ternura donde la mayoría solo ve fealdad.