Descripción
Para la mayoría de las personas, leer parece una actividad sencilla. Las letras, formando palabras, desfilan ante nuestros ojos dando un significado inmediato, casi de forma mágica, a un código determinado. Y sin embargo, eso que parece tan sencillo implica una gran cantidad de procesos de enorme complejidad a nivel del cerebro. La escritura, y por ende la lectura, es un invento humano relativamente reciente de hace unos miles de años. Pero el cerebro humano no está diseñado para leer y penalizamos al cerebro que se resiste a lo que no es natural, la lecto-escritura. Que consigamos leer y que consigamos que la lectura sea, como afirmó Proust, ese milagro de la comunicación en medio de la soledad no debe convertirse en un estandarte para estigmatizar al cerebro del disléxico que no quiere o no puede ajustarse a lo que, arbitrariamente, hemos decidido que es lo normal.