Descripción
Aunque su faceta más conocida es la de novelista, Emilia Pardo Bazán fue, entre otras cosas, una fecunda autora de cuentos, de los que publicó alrededor de seiscientos cincuenta. Uno de los temas con mayor presencia en su obra cuentística es el de la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres, asunto este que también aparece en algunas de sus novelas y en varios de sus artículos. Esta antología, editada y prologada por Cristina Patiño Eirín, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela, reúne treinta y cinco de los cuentos de Pardo Bazán que giran en torno a este tema.
Variados en cuanto al punto de vista, al tono, a la ambientación, a la clase social de sus personajes, a la relación que existe entre la mujer y el hombre (en la mayoría de los casos es su prometida, su esposa o su hija, pero en algunos no hay ningún vínculo entre ellos) y al tipo de violencia (la física, la psicológica, la sexual, la patrimonial, la social, la simbólica), estos relatos, obra de una escritora que nunca dejó de denunciar la desigualdad entre mujeres y hombres, ofrecen un amplio panorama de la violencia machista y muestran actitudes y comportamientos que siguen vigentes hoy en día. Varios de los cuentos recogidos en esta antología los protagonizan mujeres que no dudan en plantar cara a su maltratador o que se dan cuenta a tiempo de cómo es en realidad el hombre con el que se van a casar y actúan en consecuencia.
Emilia Pardo Bazán nació el 16 de septiembre de 1851 en A Coruña y falleció el 12 de mayo de 1921 en Madrid. Aunque dejó muestras de su inmenso talento en todos los géneros literarios, su faceta más conocida es la de novelista. Su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de Medicina, data de 1879. De las restantes podemos destacar Un viaje de novios, La Tribuna, Los Pazos de Ulloa, La Madre Naturaleza, Insolación, Morriña, La Quimera o Dulce Dueño. En cuanto al ensayo, merecen señalarse dos, La cuestión palpitante y La Revolución y la novela en Rusia, buena muestra ambos de su curiosidad intelectual y su afán por dar a conocer lo que sucedía más allá de nuestras fronteras. Colaboradora asidua de distintos periódicos y revistas, en ellos publicó crónicas de viajes, artículos, ensayos y cuentos, género este en el que fue una consumada maestra. Aunque no consiguió entrar en la Real Academia Española, sí que logró ser la primera mujer en presidir la sección literaria del Ateneo de Madrid y en obtener una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de esta misma ciudad.